lunes, 4 de mayo de 2015

Inteligencia Emocional

Una persona con buena inteligencia emocional debería ser capaz de  entender las emociones de los demás y saber cómo tratar a la gente que les rodee y que se sientan cómodos a nuestro lado, debemos ser empáticos para poder entender sus emociones, saber elegir las emociones en cada momento; si ante una crítica, nos ofendemos y nos enfadamos, estamos eligiendo muy mal las emociones, por el contrario, nos ponemos a pensar, analizamos el comportamiento de la otra persona, escuchamos, entendemos su punto de vista y leemos entre líneas, así nos damos cuenta de que, el problema ha sido que nuestra prueba ofendió a él-ella, entonces ahí será mucho mejor pedir disculpas y sugerir. No es cuestión de ceder, es cuestión de manejar la situación asertivamente.
Las emociones en el cerebro se trata de un sistema que está presente en nosotros desde hace más de cincuenta mil generaciones y que ha contribuido, con éxito  a nuestra supervivencia como especie. Por ello, no hay que sorprenderse si en muchas ocasiones, frente a los retos que nos presenta el mundo, respondamos instintivamente.
En esencia, toda emoción constituye un impulso que nos moviliza a la acción. La emoción, entonces, significa “movimiento hacia”, y basta con observar a los animales o a los niños pequeños para encontrar la forma en que las emociones los dirigen hacia una acción determinada, puede ser huir, chillar... Cada uno de nosotros viene "equipado" con programas de reacción automática o una serie de predisposiciones biológicas a la acción. Sin embargo, nuestras experiencias vitales y el medio en el cual nos haya tocado vivir irán moldeando con los años ese "equipaje genético" para definir nuestras respuestas y manifestaciones ante los estímulos emocionales que encontramos.
La inteligencia emocional, entre las que se destacan el auto control, el entusiasmo, la empatía, la perseverancia y la capacidad para motivarse a uno mismo. Si bien una parte de estas habilidades pueden venir configuradas en nuestros genes, y otras tantas se moldean durante los primeros años de vida, la evidencia respaldada por investigaciones demuestra que las habilidades emocionales son susceptibles de aprenderse y perfeccionarse a lo largo de la vida, si para ello se utilizan los métodos adecuados. 
Autocontrol: El dominio de uno mismo
Consistente en el cuidado y la inteligencia en el gobierno de la propia vida; capacidad de contener el exceso emocional. La preocupación, por gobernarse a sí mismo y controlar impulsos y pasiones parece ir aparejada al desarrollo de la vida en comunidad, pues una emoción excesivamente intensa o que se prolongue más allá de lo prudente, pone en riesgo la propia estabilidad y puede traer consecuencias nefastas.
Entusiasmo: la aptitud maestra para la vida
Las emociones se encuentran en el centro de la existencia; la habilidad del individuo para manejarlas actúa como un poderoso predictor de su éxito en el futuro. La capacidad de pensar, de planificar, concentrarse, solventar problemas, tomar decisiones y muchas otras actividades cognitivas indispensables en la vida pueden verse entorpecidas o favorecidas por nuestras emociones. Así pues, el equipaje emocional de una persona, junto a su habilidad para controlar y manejar esas tendencias innatas, provee los límites de sus capacidades mentales y determinan los logros que podrá alcanzar en la vida. Habilidades emocionales como el entusiasmo, el gusto por lo que se hace o el optimismo representan unos estímulos ideales para el éxito.
Empatía: ponerse en la piel de los demás
Capacidad de percibir la experiencia subjetiva de otra persona. Diversas observaciones  han permitido identificar esta habilidad desde edades muy tempranas, como en niños de nueve meses de edad que rompen a llorar cuando ven a otro niño caerse, o niños un poco mayores que ofrecen su peluche a otro niño que está llorando y llegan incluso a arroparlo con su manta. Incluso se ha demostrado que desde los primeros días de vida, los bebés se muestran afectados cuando oyen el llanto de otro niño, lo cual ha sido considerado por algunos como el primer antecedente de la empatía.

Inteligencia emocional para el trabajo

Una persona que carece de control sobre sus emociones negativas podrá ser víctima de un furia emocional que le impida concentrarse, recordar, aprender y tomar decisiones con claridad. De ahí la frase <<el estrés “estupidiza” a la gente>>. El precio que puede llegar a pagar una empresa por la baja inteligencia emocional de su personal es tan elevado, que fácilmente podría llevarla a la quiebra.

Adjunto un vídeo en el que se nota la importancia de "NO PERDER LA PERSPECTIVA". Teniendo un poco de inteligencia emocional se aclara el objetivo, en vez de la competencia con el otro.



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